Cada vez es más notoria la cínica y criminal incapacidad de algunos gobernadores que de plano no pueden o no quieren cumplir con sus responsabilidades y con ello, se llevan entre los pies a cerca de 20 millones de mexicanos que habitan en esas entidades.
Podríamos iniciar con Eruviel Avila, quien ni siquiera pudo mandatar como es debido Ecatepec, su municipio de origen, comuna que dejó hundida en los primeros lugares de criminalidad y para colmo, heredó el cargo a otro inepto ególatra e irresponsable, el tal Pablo Bedolla, quien sueña con diputación y gubernatura.
Hoy, aunque se niegue, el Estado de México presenta altos niveles de inseguridad, violencia, pobreza y baja inversión, y si no fuera por lo que lleva la federación no habría ningún foco de desarrollo, por el contrario, parece que esa entidad está huérfana de talento incluso para administrar los vastos recursos financieros que le llegan desde el centro.
Luego nos iríamos con todos los que están marcados por la mal llamada izquierda que de expresión política pasó a rapacidad insaciable, incapaz para gobernar pero muy buena para disponer de los recursos públicos, eso sí, “progresista y democráticamente”.
Y si no, hay que ver a Gabino Cué Monteagudo quien buscó ser gobernador de Oaxaca incluso “chaqueteando” al partido que le dio la oportunidad de enriquecerse. No puede o no quiere, el caso es que la entidad está sumida en la miseria, mugre, abandono e ignorancia.
Ya ni siquiera se piensa que de ahí vuelva a surgir un Benito Juárez, salvo que se salga del estado a estudiar, porque egresar de alguna de las escuelas de la entidad, es un lastre para cualquiera, ya que ahí, no hay ningún tipo de control educativo que permita creer que los egresados del sistema público, están calificados para un trabajo decente.
Junto con Guerrero y Chiapas, también con amplia presencia izquierdosa, es el estado con mayor atraso social, educativo, cultural y económico.
De hecho Guerrero, constituye una calca de Oaxaca, donde también hay presencia de grupos criminales en todas sus modalidades, incluso tráfico de personas.
Los nombres son lo de menos, los hechos son los que importan porque explican el porqué de la pobreza y marginación de sus pueblos, ya que los gobiernos de izquierda han mostrado que lejos de interesarse en progresar, buscan mantener la marginación y pobreza para sostener sus banderas de “lucha democrática”, impidiendo avance de sus pueblos.
Para los izquierdosos actuales, el enemigo más temido es precisamente el progreso porque con él, las banderas tendrían que cambiar, sacaría a flote como ocurre en los casos de Guerrero y Oaxaca, las incapacidades para gobernar, aunque en esto último les pidan la mano los del estado de México y Chiapas.
Del DF ni qué decir. El cinismo de 12 de sus delegados que abandonan para irse por otro jugoso hueso, es la mejor muestra de cuál es su ambición, su perfil, aunque algunos como Víctor Hugo Romo, el ex de Miguel Hidalgo, intenten inútilmente negarlo.
No dejaremos de mencionar Michoacán donde la herencia de la izquierda fue de crimen organizado al cual fue sometida su población. Grupos que se disputan, a pesar de la incursión federal, la preeminencia que les permita explotar uno de los negocios más rentables después de las drogas: la extorsión al pueblo, la explotación minera, ganadera y de todo producto que circule por la entidad. Y para colmo les mandan a un comisionado incapaz de encontrar un cuerpo en una cama y por lo tanto no podrá encontrar otro en los 60 mil kilómetros que abarcan al estado.
